viernes, 8 de febrero de 2013

El maná diario

¿Cuántas veces al pasar los días nos preguntamos por nuestra relación diaria con el Señor…? ¿cómo nos sentimos cuando hemos pasado varios días seguidos sin buscarle o buscándole, más o menos llenos o vacios de su presencia?, ¿cuántas veces no le hemos dedicado tiempo, hemos puesto otras prioridades o nos hemos justificado con responsabilidades que nos han quitado las fuerzas o el tiempo dejando para lo último ese momento devocional con nuestro Padre?. ¿Cuánta pereza o cuanta diligencia tenemos?. Cuando logramos tener este tiempo con Dios pero es lo último del día ¿cómo ha sido?, ¿hemos llegado a la cama y hemos podido leer alguna porción de la Palabra?, ¿mucho, poco?, ¿lo hemos entendido…? ¿Cuánto tiempo hemos dedicado a orar… como ha sido esta oración…?.
Nos hacemos muchas preguntas acerca de la “cantidad” cuando hablamos de nuestro devocional con Dios: cuando responderá, cuanto tendré que orar, cuantas veces por ese tema que me preocupa, cuánto tiempo le he dedicado, cuan importantes son todas las responsabilidad del día en comparación al tiempo con Él, cuantos días he pasado sin orar o leer la Palabra, como de grandes son las bendiciones que espero, Dios ocupa toda mi vida, solo parte, o una parte pequeña…
Quizás tengas a diario y durante un buen tiempo ese momento en que oras y lees la Biblia en total tranquilidad hasta que encuentras en la Palabra Su Voluntad, oras hasta pedir, agradecer y confesar todos los motivos de tu lista de oración… y esto es maravilloso. Normalmente, cuando las cosas van bien nos solemos olvidar del cuidado de nuestro Padre cuando en otros momentos difíciles pedimos de Su atención, el trabajo o las rutinas diarias nos dejan sin aliento y al final del día no tenemos más fuerzas que las justas para ponernos el pijama y dormir… y en la mañana desde muy temprano empezamos el día para afrontar todas ellas deprisa y corriendo. Siempre encontramos justificación, siempre encontramos nuestra justa medida para “vendernos” nuestra falta de compromiso con Dios. ¿Suele ser así?
Ahora vamos a hablar de esto, de “cantidad”, de “calidad”, de “tiempos”, del “cuando” y de las “circunstancias” que nos apartan. Y de como Dios nos da su provisión diaria y que nos pide a nosotros.
Vamos a leer en nuestras Biblias Éxodo 16:1-36


Cuando nos encontramos en una situación difícil recurrimos a Dios y pedimos su ayuda, Él nos la da pero la gran mayoría de las veces no entendemos cómo vamos a recibirla porque sus maneras no son iguales a las nuestras a la hora de resolver un problema. Así se encontraba el pueblo de Israel (versículos 1 al 4), que recién salido de su periodo de 400 años de esclavitud pasa hambre en el desierto y se queja por la falta de comida.

El Señor manda el maná del cielo a su pueblo como respuesta a sus quejas, que no eran peticiones, eran directamente quejas… después de la liberación ¿? (versículo 4). Es importante ver la expresión “para ver si andan en mi ley”. Es como si actualmente nosotros ponemos en oración un tema delante de Dios y Él nos dice: “Te voy a dar todos los días dirección y lo haré para ver si realmente la buscas, si andas fielmente en mis caminos”. ¿Leemos y oramos todos los días buscando de corazón la Voluntad de Dios?
En la tarde sabréis que Jehová os saco de Egipto y por la mañana veréis la gloria de Dios (versículos 6 y 7). Acaso no es cierto que si por las mañanas temprano buscamos del Señor y “vemos su gloría” en oración y adoración, ¿no sabemos a lo largo del día por diversas circunstancias (buenas o malas) que el Señor está con nosotros?. ¿Asimilamos igual en nuestro corazón y en nuestra mente los sucesos que nos acontecen?. A veces podremos ver la dirección del Padre enseñándonos paciencia y amor en un momento de tensión laboral, por ejemplo si nuestro día lo pusimos en Sus manos, o, lo podremos interpretar como una prueba difícil que nos agobia si nos hemos olvidado de buscarle a Él primeramente…

Pan (el maná se podría describir como una especie de pan) por la mañana y carne por la tarde. El pan es un alimento liviano, fácil de digerir, agradable al gusto… y después del descanso de muchas horas por la noche nuestro estómago asimila fácilmente un pedazo de pan. Al igual con nuestra mente, más despejada y libre puede asimilar mejor la enseñanza que Él nos da al despertar y a lo largo del día llegará a nuestra cotidianidad el alimento pesado, la carne, con sus circunstancias, más difícil de digerir pero que nos aporta más energía para seguir adelante. El pueblo de Israel salió de Egipto con ganado así que carne tenían, aún así Dios les bendijo con codornices (versículo 13)… Si nuestro primer alimento es un devocional de mana por las mañanas, a lo largo del día lo podremos acompañar de la carne de la oración, la lectura y el apoyo de los hermanos para tener energías espirituales que ayudan a combatir al enemigo.

En los versículos del 14 al 18, Dios les da instrucciones precisas al pueblo sobre la cantidad que deben recoger y cada uno recogía según sus circunstancias familiares. Así también nosotros rogamos cada día por nuestra familia, por nuestra vida, por nuestros problemas, y además damos gracias, nos acordamos de nuestros hermanos y amigos… y nuestro Padre, ¿Qué nos devuelve?, la bendición y respuestas exactas a todo ello, ni más ni menos, la exacta medida. En ocasiones pedimos más, o creemos que necesitamos más (o impaciencia por los tiempos de espera de las oraciones) y no solo para nosotros sino también para otras personas. Dios, sin embargo, en Su sabiduría aporta a cada uno lo que necesita según sus circunstancias y no debemos preocuparnos por si nos pudiera parecer escasa o tardía la bendición. No debemos preocuparnos por el mañana, los israelitas que recogieron más de la cuenta vieron como su maná se corrompía y apestaba… esta situación es la que a veces nosotros mismos nos generamos cuando cargamos con los problemas y preocupaciones hasta el día siguiente o para varias semanas, meses o años después… nuestro espíritu y ánimos se corrompen por causa de la preocupación, nuestro optimismo decae y las ganas de buscarle a Él disminuyen. Procuremos tener en cada día la provisión de maná que Dios nos da y confiar plenamente en Él mirando al mañana y agradeciendo en el ayer como lo hizo y sabiendo que Él hará.


El día de antes al del día de reposo deberían recoger doble ración para no tener que recoger en el día de reposo (versículos 22 al 26). Este día era de consagración a Dios (plena atención y dedicación a Él). ¿Cómo suele ser para nosotros un sábado (día de antes al domingo, día de consagración)?. Por el hecho de no tener que trabajar (normalmente) y quizás tener más horas de descanso, menos actividades y responsabilidades menores, ¿aprovechamos para tener una doble ración de maná?, ¿buscamos más del Señor en previsión para estar mejor preparados y vivir un domingo más pleno?. Preparados física (descanso) y espiritualmente (oración y meditación) para el domingo. Seguro que la gran mayoría lo aprovechamos para nuestro único y particular recreo y el domingo lo dejamos para el Señor, si bien no tenemos en cuenta otros tipos de ajetreos de este último día de la semana (compromisos familiares sobre todo…). Quizás deberíamos acercarnos más a Dios en sábado para que Él se pudiera acercar plenamente a nosotros el domingo… el doble de maná que otros días…

Nos ocurre que llegamos el domingo al culto queriendo recibir de Dios y trayendo a Él nuestras almas angustiadas y nuestros cuerpos cansados… y parece que el Espíritu Santo ha huido de nosotros porque no sentimos nada e incluso ni la predicación ni la alabanza nos dieron algo de consuelo. Así ciertos israelitas salieron a recoger el día de reposo y no encontraron nada… porque no guardaron el día anterior  y Dios se molesto “¿hasta cuándo guardareis mis mandamientos?” (Versículos del 27 al 30). Procuremos tomar nuestro maná diario y recibir de Él todos los días de la semana, y cuando estemos libres (sábados), busquémoslo más, llegando al domingo, el día de consagración (dedicación) para dárselo plenamente a Él y no tener necesidad de salir a buscar, sino más bien salir para dar, para dárselo todo a nuestro Dios. Nuestra alegría, gozo, paz, agradecimientos, alabanza, adoración, oración, nuestros cuerpos y mentes más descansados, y que sea un día de completo descanso y dedicación en Él.

Dios ordena que se guarde una ración de maná para que las sucesivas generaciones vieran cómo y con qué Dios alimento al pueblo durante los 40 años de peregrinaje (versículos 31 al 34). Todos los días, en nuestro estudio de la Palabra, en nuestras oraciones de intercesión y en las experiencias que vivimos buscando y haciendo Su voluntad estamos guardando maná en forma de madurez como hijos de Dios que pasan de comer leche a comer carne poco a poco, para que el mundo, nuestros familiares y amigos, nuestros hermanos en la fe y Dios mismo vean como nuestro Padre nos guarda y nos cuida, como podemos bendecirlos a ellos también, usándonos Dios más plenamente. No descuidemos nuestro maná diario porque estaremos descuidando nuestro ejemplo y consejo a nuestros hijos, estaremos descuidando nuestro crecimiento, no llegando a la altura que Jesús quiere de nosotros (propósitos) y descuidando nuestra salud pues cuanto peor es la alimentación, peor es nuestra resistencia a la enfermedad, a las tentaciones y pruebas de la vida. Y el “león rugiente anda buscando a quien devorar”, y le da igual comerse a un cristiano escuálido que no se alimenta de la Palabra a diario que a uno sobre alimentado de las comodidades del mundo que no necesita maná. Pero aquél que en su justa medida come de la palabra todos los días y se nutre de las oraciones podrá ver como el Espíritu de Dios habita en él y hace huir al diablo.

Sólo para terminar recordaros que el pan de vida es Jesús, Él puede satisfacer todas nuestras necesidades, si están de acuerdo a Su voluntad y no son interesadas o egoístas. Y siempre y cuando nuestra aptitud sea de compromiso esforzado y sincero en buscarle al pedir nuestro pedazo de maná diario… Dios cumplirá Su propósito en cada uno y os dará una vida plena en Sus caminos.


Muchas bendiciones.
Amén.

Éxodo 16:1-36 (Reina-Valera 1995) Reina-Valera 1995 (RVR1995)
DIOS DA EL MANÁ
16 Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después de su salida de la tierra de Egipto. 2 En el desierto, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón. 3 Los hijos de Israel les decían:
—Ojalá hubiéramos muerto a manos de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos ante las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos, pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.
4 Jehová dijo a Moisés:
—Mira, yo os haré llover pan del cielo. El pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. 5 Pero en el sexto día se prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día.
6 Entonces dijeron Moisés y Aarón a todos los hijos de Israel:
—En la tarde sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto, 7 y por la mañana veréis la gloria de Jehová, porque él ha oído vuestras murmuraciones contra Jehová; pues ¿qué somos nosotros para que murmuréis contra nosotros?
8 Y Moisés añadió:
—Jehová os dará por la tarde carne para comer, y por la mañana pan hasta saciaros, porque Jehová ha oído lo que habéis murmurado contra él; pues ¿qué somos nosotros? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová.
9 Luego dijo Moisés a Aarón:
—Di a toda la congregación de los hijos de Israel: “Acercaos a la presencia de Jehová, porque él ha oído vuestras murmuraciones.”
10 Mientras Aarón hablaba a toda la congregación de los hijos de Israel, ellos miraron hacia el desierto, y vieron que la gloria de Jehová aparecía en la nube. 11 Y Jehová dijo a Moisés:
12 —Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Háblales y diles: “Al caer la tarde comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan. Así sabréis que yo soy Jehová, vuestro Dios.”
13 Al llegar la tarde, subieron codornices que cubrieron el campamento, y por la mañana descendió rocío alrededor del campamento. 14 Cuando el rocío cesó de descender, apareció sobre la faz del desierto una cosa menuda, redonda, menuda como escarcha sobre la tierra. 15 Al verlo, los hijos de Israel se dijeron unos a otros: «¿Qué es esto?», porque no sabían qué era. Entonces Moisés les dijo:
—Es el pan que Jehová os da para comer. 16 Esto es lo que Jehová ha mandado: Recoged de él cada uno según lo que pueda comer, un gomer por cabeza, conforme al número de personas en su familia; tomaréis cada uno para los que están en su tienda.
17 Los hijos de Israel lo hicieron así, y recogieron unos más, otros menos. 18 Lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer.
19 Luego les dijo Moisés:
—Ninguno deje nada de ello para mañana.
20 Pero ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron algo para el otro día; pero crió gusanos, y apestaba. Y se enojó con ellos Moisés.
21 Lo recogían cada mañana, cada uno según lo que había de comer; y luego que el sol calentaba, se derretía. 22 En el sexto día recogieron doble porción de comida, dos gomeres para cada uno. Todos los príncipes de la congregación fueron y se lo hicieron saber a Moisés. 23 Él les dijo:
—Esto es lo que ha dicho Jehová: “Mañana es sábado, el día de reposo consagrado a Jehová; lo que tengáis que cocer, cocedlo hoy, y lo que tengáis que cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobre, guardadlo para mañana.”
24 Ellos lo guardaron hasta el día siguiente, según lo que Moisés había mandado, y no se agusanó ni apestó. 25 Entonces dijo Moisés:
—Comedlo hoy, porque hoy es sábado dedicado a Jehová; hoy no hallaréis nada en el campo. 26 Seis días lo recogeréis, pero el séptimo día, que es sábado, nada se hallará.
27 Aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger, y no hallaron nada. 28 Y Jehová dijo a Moisés:
—¿Hasta cuándo os negaréis a guardar mis mandamientos y mis leyes? 29 Mirad que Jehová os dio el sábado, y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Quédese, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día.
30 Así el pueblo reposó el séptimo día.
31 La casa de Israel lo llamó «maná»; era como una semilla de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel.
32 Después dijo Moisés:
—Esto es lo que Jehová ha mandado: “Llenad un gomer de él y guardadlo para vuestros descendientes, a fin de que vean el pan que yo os di a comer en el desierto, cuando yo os saqué de la tierra de Egipto.”
33 A Aarón dijo Moisés:
—Toma una vasija, pon en ella un gomer de maná y colócalo delante de Jehová, a fin de que sea guardado para vuestros descendientes.
34 Aarón lo puso delante del Testimonio para guardarlo, tal como Jehová lo mandó a Moisés.
35 Así comieron los hijos de Israel maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán.
36 Un gomer es la décima parte de un efa.