miércoles, 29 de mayo de 2013

DESAFIATE

Este pasado martes 21 de Mayo murieron, por razones aún desconocidas, dos escaladores en el descenso del Monte Everest tras haber conquistado su cumbre (238 personas han fallecido intentando escalar este pico), uno de los mayores desafíos del ser humano. Lograr esta hazaña requiere, como mínimo, de un año de duro entrenamiento (mental y físico), estudiar la montaña, buscar patrocinadores o un buen colchón económico que sufrague la expedición, etc…

Perder la vida en este propósito no merece la pena en mi humilde opinión, aunque desde luego no quitare la admiración que siento por las personas que lo consiguen.

No sé si sabes que cada mes 100 cristianos son asesinados por su fe (puertasabiertas.org). En más de 50 países, independientemente de su confesión, son discriminados, torturados, etc... Su entrenamiento diario, 1 Tesalonicenses 5:17 “Oren en todo momento”. Su meta, Mateo 28:19 “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Su propósito, el mismo que el del apóstol Pablo: “Todo lo hago por el evangelio, para tener parte en el mismo.  Ustedes saben que en una carrera todos corren, pero solamente uno recibe el premio. Pues bien, corran ustedes de tal modo que reciban el premio. Los que se preparan para competir en un deporte, evitan todo lo que pueda hacerles daño. Y esto lo hacen por alcanzar como premio una corona que en seguida se marchita; en cambio, nosotros luchamos por recibir un premio que no se marchita. Yo, por mi parte, no corro a ciegas ni peleo como si estuviera dando golpes al aire. Al contrario, castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después de haber enseñado a otros.” (1 Corintios 9:23-27).

No te estoy animando a que te lances a ser misionero/a o pastor/a, eso es algo a lo que debe guiarte el Espíritu Santo, pero ten en cuenta que tienes a tu disposición una iglesia en la cual servir, unos ministerios en los que colaborar. Hoy te pido que pares, ponle freno a tu vida por una hora tan solo (ruidos, trabajo, familia, casa, diversiones, responsabilidades, amigos…) y piensa por un momento cual es el propósito que Dios quiere para tu vida, cuales son las metas que te llevarán a ese fin y cómo vas a reencaminarte para lograrlo. Ora cada día y lee la Palabra, la perfecta guía para una vida plena. Entrénate con el mejor “personal trainner”, Jesucristo, y no tendrás dudas de que cuando llegues a Su presencia, bajando o subiendo “tu montaña”, habrás cumplido Su voluntad en esta vida, habrás obtenido el mejor premio.

viernes, 26 de abril de 2013

TROMPETAS DE PLATA Y TROMPETAS DE LATA


¿No sé si sois conscientes de cuantas veces a lo largo del día nuestra atención es llamada mediante sonidos?. Empezamos el día, no se vosotros, con el sonido del despertador, yo después de hacer el devocional enciendo la tele y pongo las noticias, este programa tiene una sintonía, si la oyes estés donde este sabes que son las noticias de la 1, Antena 3, etc… Sales de camino al trabajo y tienes las bocinas de los coches alertándote de posibles roces, en el trabajo enciendes el ordenador y tiene su propia melodía de inicio, los móviles tiene un tono para los mensajes, otro para las llamadas y otros tantos para diferentes avisos dependiendo de los modelos… todos son sonidos que nos indican algo, unos nos alertan, otros nos alegran, o nos despiertan… que son familiares para nosotros cada día y que ya están insertados en nuestra manera de vivir. También podemos recordar que para entrar al colegio había que ponerse en fila y cuando sonaba el timbre podíamos pasar a las clases, en las fábricas se daba el inicio de la jornada laboral con una bocina, en el ejercito el corneta tiene diferentes tonos para llamar a filas, para romperlas, para ir a comer, para dormir… muchas llamadas de atención en nuestra vida y en el mundo de las que estar alertas...

 
Hace tres semanas leí un pasaje de la Biblia que me dejo pensativo bastante tiempo y que me hizo reflexionar acerca de los sonidos que nos llaman la atención, y también como Dios utiliza sus "propios sonidos" para alertarnos, también para que nos alegremos y como a su vez nosotros utilizamos los nuestros para ser agradecidos, para dar testimonio o para bendecir de alguna manera Su nombre. Espero que la palabra que Dios me puso en el corazón sea de bendición para ti con este texto.
Vamos a leer en:
Números 10:1-10
Jehová habló a Moisés y le dijo: «Hazte dos trompetas de plata: forjadas a martillo las harás. Te servirán para convocar la congregación y para hacer mover los campamentos. Cuando las toquen, toda la congregación se reunirá ante ti en la puerta del Tabernáculo de reunión. Pero cuando toquen sólo una, entonces se congregarán ante ti los príncipes, los jefes de millares de Israel. Cuando toquéis alarma, entonces moverán los campamentos de los que están acampados al oriente. Y cuando toquéis con aclamaciones la segunda vez, entonces moverán los campamentos de los que están acampados al sur; con aclamaciones tocarán para sus partidas. Pero para reunir la congregación tocaréis, pero no con sonidos de aclamación. Los hijos de Aarón, los sacerdotes, tocarán las trompetas: las tendréis como estatuto perpetuo por vuestras generaciones. »Cuando salgáis a la guerra en vuestra tierra contra el enemigo que os ataque, tocaréis alarma con las trompetas. Así seréis recordados por Jehová, vuestro Dios, y seréis salvos de vuestros enemigos. En vuestros días de alegría, como en vuestras solemnidades y principios de mes, tocaréis las trompetas sobre vuestros holocaustos y sobre los sacrificios de paz, y os servirán de memorial delante de vuestro Dios. Yo, Jehová, vuestro Dios.»


Mover de una manera efectiva y rápida al pueblo de Israel en tiempos de Moisés era una tarea ardua y difícil. Si solo fuera moverse quizás, con paciencia, se acababa logrando pero desde luego ante el ataque sorpresa de un enemigo, si no se hacia un rápido llamamiento a todo el pueblo que llevase una orden implícita y ejecutada rápidamente podría suponer muertes y problemas añadidos bastante graves.
Me encuentro en este pasaje con enseñanzas muy claras para nosotros:
El pecado y sus ataques sorpresa y nuestra aptitud ante ellos. Si nuestra relación con el Señor es buena, Él nos avisa mediante la trompeta del Espíritu Santo en nuestro interior alertándonos del peligro, es esa sensación que todos tenemos de conciencia que nos retiene a hacer el mal, incluso si no pasamos un buen momento espiritual, estas llamadas son claras, pero está en nosotros la decisión final de obedecer o no. Y desde luego cuando caemos en pecado nuestra percepción de oír los avisos se anula y quedamos inmersos en ese estado de rebeldía y desobediencia. Jehová nos llama con trompetas para apartarnos del pecado al igual que movía Moisés con las trompetas al pueblo de Israel.

Los diferentes tipos de sonido de trompeta que indicaban movimiento en este pasaje están también presente en nuestros días. Cada domingo en particular tenemos llamadas para descargar alimentos, animándonos a las veladas de oración, a la oración por los hermanos, a las reuniones de los ministerios… pero hay una llamada aún más importante que se que todos sentís y es la necesidad de buscar a Dios a diario. De moveros, levantaros de la comodidad y el cansancio y buscarle. Movimiento, iniciativa, acción, Dios no abrió el Mar Rojo hasta que el pueblo metió los pies en el agua. ¿Estás oyendo esta trompeta en tu vida?, no te pongas los cascos, no mires para otro lado o busques otros sonidos más agradables a tu parecer. ¡Escucha a Dios y muévete!

"Estatuto perpetuo a vuestras generaciones..." (versículo 8). No olvidéis enseñar a vuestros hijos como suena la trompeta de Dios, que aprendan a escuchar y obedezcan la orden que trae para cumplirla sin pensar y que vean ese ejemplo en vosotros a diario.

Daros cuenta que nosotros tenemos nuestra propia trompeta incorporada, nuestra voz que habla de nuestro testimonio. Hacerla sonar bien fuerte todos los días para que Dios se acuerde de vosotros y os conozca, y también la podemos usar para dar gracias y que todos le conozcan a Él. También para orar, para bendecir, para cantar, etc… para toda obra buena.

Dice el último versículo que debían tocar la trompeta antes de salir a la batalla y serían salvos de sus enemigos. Clamemos a Dios en oración cada día para que nos salve de las tentaciones y del pecado. Porque Su palabra lo dice “seréis salvos de vuestros enemigos”, de los peligros, de las malas compañías, de muchas cosas que probablemente solo sabe Dios y que evita en nuestro andar diario. Pero primeramente toca la trompeta, empieza el día con Él, dedícale tu tiempo.

Ya para terminar me gustaría que te preguntaras como esta tu oído y tu trompeta. Como de claro oyes los avisos que Dios te da, cuan claro escuchas sus alertas y como actúas en consecuencia en tu vida, si obedeciendo o poniéndote tapones, y por otro lado piensa cuan afinada y limpia esta la trompeta con la que clamas a Dios, con la que das testimonio, te preocupas de otros hermanos y personas, aconsejas, oras, alabas, das gracias… o por el contrario murmuras, te quejas, mientes o cualquier otra cosa que no le es agradable a Él.
¡Amén!

viernes, 8 de febrero de 2013

El maná diario

¿Cuántas veces al pasar los días nos preguntamos por nuestra relación diaria con el Señor…? ¿cómo nos sentimos cuando hemos pasado varios días seguidos sin buscarle o buscándole, más o menos llenos o vacios de su presencia?, ¿cuántas veces no le hemos dedicado tiempo, hemos puesto otras prioridades o nos hemos justificado con responsabilidades que nos han quitado las fuerzas o el tiempo dejando para lo último ese momento devocional con nuestro Padre?. ¿Cuánta pereza o cuanta diligencia tenemos?. Cuando logramos tener este tiempo con Dios pero es lo último del día ¿cómo ha sido?, ¿hemos llegado a la cama y hemos podido leer alguna porción de la Palabra?, ¿mucho, poco?, ¿lo hemos entendido…? ¿Cuánto tiempo hemos dedicado a orar… como ha sido esta oración…?.
Nos hacemos muchas preguntas acerca de la “cantidad” cuando hablamos de nuestro devocional con Dios: cuando responderá, cuanto tendré que orar, cuantas veces por ese tema que me preocupa, cuánto tiempo le he dedicado, cuan importantes son todas las responsabilidad del día en comparación al tiempo con Él, cuantos días he pasado sin orar o leer la Palabra, como de grandes son las bendiciones que espero, Dios ocupa toda mi vida, solo parte, o una parte pequeña…
Quizás tengas a diario y durante un buen tiempo ese momento en que oras y lees la Biblia en total tranquilidad hasta que encuentras en la Palabra Su Voluntad, oras hasta pedir, agradecer y confesar todos los motivos de tu lista de oración… y esto es maravilloso. Normalmente, cuando las cosas van bien nos solemos olvidar del cuidado de nuestro Padre cuando en otros momentos difíciles pedimos de Su atención, el trabajo o las rutinas diarias nos dejan sin aliento y al final del día no tenemos más fuerzas que las justas para ponernos el pijama y dormir… y en la mañana desde muy temprano empezamos el día para afrontar todas ellas deprisa y corriendo. Siempre encontramos justificación, siempre encontramos nuestra justa medida para “vendernos” nuestra falta de compromiso con Dios. ¿Suele ser así?
Ahora vamos a hablar de esto, de “cantidad”, de “calidad”, de “tiempos”, del “cuando” y de las “circunstancias” que nos apartan. Y de como Dios nos da su provisión diaria y que nos pide a nosotros.
Vamos a leer en nuestras Biblias Éxodo 16:1-36


Cuando nos encontramos en una situación difícil recurrimos a Dios y pedimos su ayuda, Él nos la da pero la gran mayoría de las veces no entendemos cómo vamos a recibirla porque sus maneras no son iguales a las nuestras a la hora de resolver un problema. Así se encontraba el pueblo de Israel (versículos 1 al 4), que recién salido de su periodo de 400 años de esclavitud pasa hambre en el desierto y se queja por la falta de comida.

El Señor manda el maná del cielo a su pueblo como respuesta a sus quejas, que no eran peticiones, eran directamente quejas… después de la liberación ¿? (versículo 4). Es importante ver la expresión “para ver si andan en mi ley”. Es como si actualmente nosotros ponemos en oración un tema delante de Dios y Él nos dice: “Te voy a dar todos los días dirección y lo haré para ver si realmente la buscas, si andas fielmente en mis caminos”. ¿Leemos y oramos todos los días buscando de corazón la Voluntad de Dios?
En la tarde sabréis que Jehová os saco de Egipto y por la mañana veréis la gloria de Dios (versículos 6 y 7). Acaso no es cierto que si por las mañanas temprano buscamos del Señor y “vemos su gloría” en oración y adoración, ¿no sabemos a lo largo del día por diversas circunstancias (buenas o malas) que el Señor está con nosotros?. ¿Asimilamos igual en nuestro corazón y en nuestra mente los sucesos que nos acontecen?. A veces podremos ver la dirección del Padre enseñándonos paciencia y amor en un momento de tensión laboral, por ejemplo si nuestro día lo pusimos en Sus manos, o, lo podremos interpretar como una prueba difícil que nos agobia si nos hemos olvidado de buscarle a Él primeramente…

Pan (el maná se podría describir como una especie de pan) por la mañana y carne por la tarde. El pan es un alimento liviano, fácil de digerir, agradable al gusto… y después del descanso de muchas horas por la noche nuestro estómago asimila fácilmente un pedazo de pan. Al igual con nuestra mente, más despejada y libre puede asimilar mejor la enseñanza que Él nos da al despertar y a lo largo del día llegará a nuestra cotidianidad el alimento pesado, la carne, con sus circunstancias, más difícil de digerir pero que nos aporta más energía para seguir adelante. El pueblo de Israel salió de Egipto con ganado así que carne tenían, aún así Dios les bendijo con codornices (versículo 13)… Si nuestro primer alimento es un devocional de mana por las mañanas, a lo largo del día lo podremos acompañar de la carne de la oración, la lectura y el apoyo de los hermanos para tener energías espirituales que ayudan a combatir al enemigo.

En los versículos del 14 al 18, Dios les da instrucciones precisas al pueblo sobre la cantidad que deben recoger y cada uno recogía según sus circunstancias familiares. Así también nosotros rogamos cada día por nuestra familia, por nuestra vida, por nuestros problemas, y además damos gracias, nos acordamos de nuestros hermanos y amigos… y nuestro Padre, ¿Qué nos devuelve?, la bendición y respuestas exactas a todo ello, ni más ni menos, la exacta medida. En ocasiones pedimos más, o creemos que necesitamos más (o impaciencia por los tiempos de espera de las oraciones) y no solo para nosotros sino también para otras personas. Dios, sin embargo, en Su sabiduría aporta a cada uno lo que necesita según sus circunstancias y no debemos preocuparnos por si nos pudiera parecer escasa o tardía la bendición. No debemos preocuparnos por el mañana, los israelitas que recogieron más de la cuenta vieron como su maná se corrompía y apestaba… esta situación es la que a veces nosotros mismos nos generamos cuando cargamos con los problemas y preocupaciones hasta el día siguiente o para varias semanas, meses o años después… nuestro espíritu y ánimos se corrompen por causa de la preocupación, nuestro optimismo decae y las ganas de buscarle a Él disminuyen. Procuremos tener en cada día la provisión de maná que Dios nos da y confiar plenamente en Él mirando al mañana y agradeciendo en el ayer como lo hizo y sabiendo que Él hará.


El día de antes al del día de reposo deberían recoger doble ración para no tener que recoger en el día de reposo (versículos 22 al 26). Este día era de consagración a Dios (plena atención y dedicación a Él). ¿Cómo suele ser para nosotros un sábado (día de antes al domingo, día de consagración)?. Por el hecho de no tener que trabajar (normalmente) y quizás tener más horas de descanso, menos actividades y responsabilidades menores, ¿aprovechamos para tener una doble ración de maná?, ¿buscamos más del Señor en previsión para estar mejor preparados y vivir un domingo más pleno?. Preparados física (descanso) y espiritualmente (oración y meditación) para el domingo. Seguro que la gran mayoría lo aprovechamos para nuestro único y particular recreo y el domingo lo dejamos para el Señor, si bien no tenemos en cuenta otros tipos de ajetreos de este último día de la semana (compromisos familiares sobre todo…). Quizás deberíamos acercarnos más a Dios en sábado para que Él se pudiera acercar plenamente a nosotros el domingo… el doble de maná que otros días…

Nos ocurre que llegamos el domingo al culto queriendo recibir de Dios y trayendo a Él nuestras almas angustiadas y nuestros cuerpos cansados… y parece que el Espíritu Santo ha huido de nosotros porque no sentimos nada e incluso ni la predicación ni la alabanza nos dieron algo de consuelo. Así ciertos israelitas salieron a recoger el día de reposo y no encontraron nada… porque no guardaron el día anterior  y Dios se molesto “¿hasta cuándo guardareis mis mandamientos?” (Versículos del 27 al 30). Procuremos tomar nuestro maná diario y recibir de Él todos los días de la semana, y cuando estemos libres (sábados), busquémoslo más, llegando al domingo, el día de consagración (dedicación) para dárselo plenamente a Él y no tener necesidad de salir a buscar, sino más bien salir para dar, para dárselo todo a nuestro Dios. Nuestra alegría, gozo, paz, agradecimientos, alabanza, adoración, oración, nuestros cuerpos y mentes más descansados, y que sea un día de completo descanso y dedicación en Él.

Dios ordena que se guarde una ración de maná para que las sucesivas generaciones vieran cómo y con qué Dios alimento al pueblo durante los 40 años de peregrinaje (versículos 31 al 34). Todos los días, en nuestro estudio de la Palabra, en nuestras oraciones de intercesión y en las experiencias que vivimos buscando y haciendo Su voluntad estamos guardando maná en forma de madurez como hijos de Dios que pasan de comer leche a comer carne poco a poco, para que el mundo, nuestros familiares y amigos, nuestros hermanos en la fe y Dios mismo vean como nuestro Padre nos guarda y nos cuida, como podemos bendecirlos a ellos también, usándonos Dios más plenamente. No descuidemos nuestro maná diario porque estaremos descuidando nuestro ejemplo y consejo a nuestros hijos, estaremos descuidando nuestro crecimiento, no llegando a la altura que Jesús quiere de nosotros (propósitos) y descuidando nuestra salud pues cuanto peor es la alimentación, peor es nuestra resistencia a la enfermedad, a las tentaciones y pruebas de la vida. Y el “león rugiente anda buscando a quien devorar”, y le da igual comerse a un cristiano escuálido que no se alimenta de la Palabra a diario que a uno sobre alimentado de las comodidades del mundo que no necesita maná. Pero aquél que en su justa medida come de la palabra todos los días y se nutre de las oraciones podrá ver como el Espíritu de Dios habita en él y hace huir al diablo.

Sólo para terminar recordaros que el pan de vida es Jesús, Él puede satisfacer todas nuestras necesidades, si están de acuerdo a Su voluntad y no son interesadas o egoístas. Y siempre y cuando nuestra aptitud sea de compromiso esforzado y sincero en buscarle al pedir nuestro pedazo de maná diario… Dios cumplirá Su propósito en cada uno y os dará una vida plena en Sus caminos.


Muchas bendiciones.
Amén.

Éxodo 16:1-36 (Reina-Valera 1995) Reina-Valera 1995 (RVR1995)
DIOS DA EL MANÁ
16 Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después de su salida de la tierra de Egipto. 2 En el desierto, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón. 3 Los hijos de Israel les decían:
—Ojalá hubiéramos muerto a manos de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos ante las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos, pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.
4 Jehová dijo a Moisés:
—Mira, yo os haré llover pan del cielo. El pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. 5 Pero en el sexto día se prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día.
6 Entonces dijeron Moisés y Aarón a todos los hijos de Israel:
—En la tarde sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto, 7 y por la mañana veréis la gloria de Jehová, porque él ha oído vuestras murmuraciones contra Jehová; pues ¿qué somos nosotros para que murmuréis contra nosotros?
8 Y Moisés añadió:
—Jehová os dará por la tarde carne para comer, y por la mañana pan hasta saciaros, porque Jehová ha oído lo que habéis murmurado contra él; pues ¿qué somos nosotros? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová.
9 Luego dijo Moisés a Aarón:
—Di a toda la congregación de los hijos de Israel: “Acercaos a la presencia de Jehová, porque él ha oído vuestras murmuraciones.”
10 Mientras Aarón hablaba a toda la congregación de los hijos de Israel, ellos miraron hacia el desierto, y vieron que la gloria de Jehová aparecía en la nube. 11 Y Jehová dijo a Moisés:
12 —Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Háblales y diles: “Al caer la tarde comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan. Así sabréis que yo soy Jehová, vuestro Dios.”
13 Al llegar la tarde, subieron codornices que cubrieron el campamento, y por la mañana descendió rocío alrededor del campamento. 14 Cuando el rocío cesó de descender, apareció sobre la faz del desierto una cosa menuda, redonda, menuda como escarcha sobre la tierra. 15 Al verlo, los hijos de Israel se dijeron unos a otros: «¿Qué es esto?», porque no sabían qué era. Entonces Moisés les dijo:
—Es el pan que Jehová os da para comer. 16 Esto es lo que Jehová ha mandado: Recoged de él cada uno según lo que pueda comer, un gomer por cabeza, conforme al número de personas en su familia; tomaréis cada uno para los que están en su tienda.
17 Los hijos de Israel lo hicieron así, y recogieron unos más, otros menos. 18 Lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer.
19 Luego les dijo Moisés:
—Ninguno deje nada de ello para mañana.
20 Pero ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron algo para el otro día; pero crió gusanos, y apestaba. Y se enojó con ellos Moisés.
21 Lo recogían cada mañana, cada uno según lo que había de comer; y luego que el sol calentaba, se derretía. 22 En el sexto día recogieron doble porción de comida, dos gomeres para cada uno. Todos los príncipes de la congregación fueron y se lo hicieron saber a Moisés. 23 Él les dijo:
—Esto es lo que ha dicho Jehová: “Mañana es sábado, el día de reposo consagrado a Jehová; lo que tengáis que cocer, cocedlo hoy, y lo que tengáis que cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobre, guardadlo para mañana.”
24 Ellos lo guardaron hasta el día siguiente, según lo que Moisés había mandado, y no se agusanó ni apestó. 25 Entonces dijo Moisés:
—Comedlo hoy, porque hoy es sábado dedicado a Jehová; hoy no hallaréis nada en el campo. 26 Seis días lo recogeréis, pero el séptimo día, que es sábado, nada se hallará.
27 Aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger, y no hallaron nada. 28 Y Jehová dijo a Moisés:
—¿Hasta cuándo os negaréis a guardar mis mandamientos y mis leyes? 29 Mirad que Jehová os dio el sábado, y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Quédese, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día.
30 Así el pueblo reposó el séptimo día.
31 La casa de Israel lo llamó «maná»; era como una semilla de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel.
32 Después dijo Moisés:
—Esto es lo que Jehová ha mandado: “Llenad un gomer de él y guardadlo para vuestros descendientes, a fin de que vean el pan que yo os di a comer en el desierto, cuando yo os saqué de la tierra de Egipto.”
33 A Aarón dijo Moisés:
—Toma una vasija, pon en ella un gomer de maná y colócalo delante de Jehová, a fin de que sea guardado para vuestros descendientes.
34 Aarón lo puso delante del Testimonio para guardarlo, tal como Jehová lo mandó a Moisés.
35 Así comieron los hijos de Israel maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán.
36 Un gomer es la décima parte de un efa.