Perder la vida en este propósito no merece la pena en mi
humilde opinión, aunque desde luego no quitare la admiración que siento por las
personas que lo consiguen.
No sé si sabes que cada mes 100 cristianos son asesinados
por su fe (puertasabiertas.org). En más de 50 países, independientemente de su
confesión, son discriminados, torturados, etc...
Su entrenamiento diario, 1
Tesalonicenses 5:17 “Oren en todo momento”. Su meta, Mateo 28:19 “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones,
y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo”. Su propósito, el
mismo que el del apóstol Pablo: “Todo lo hago por el evangelio, para tener
parte en el mismo. Ustedes saben que en
una carrera todos corren, pero solamente uno recibe el premio. Pues bien,
corran ustedes de tal modo que reciban el premio. Los que se preparan para
competir en un deporte, evitan todo lo que pueda hacerles daño. Y esto lo hacen
por alcanzar como premio una corona que en seguida se marchita; en cambio,
nosotros luchamos por recibir un premio que no se marchita. Yo, por mi parte,
no corro a ciegas ni peleo como si estuviera dando golpes al aire. Al
contrario, castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo
descalificado después de haber enseñado a otros.” (1 Corintios 9:23-27).
No te estoy animando a que te lances a ser misionero/a o
pastor/a, eso es algo a lo que debe guiarte el Espíritu Santo, pero ten en
cuenta que tienes a tu disposición una iglesia en la cual servir, unos
ministerios en los que colaborar. Hoy te pido que pares, ponle freno a tu vida
por una hora tan solo (ruidos, trabajo, familia, casa, diversiones,
responsabilidades, amigos…) y piensa por un momento cual es el propósito que
Dios quiere para tu vida, cuales son las metas que te llevarán a ese fin y cómo
vas a reencaminarte para lograrlo. Ora cada día y lee la Palabra, la perfecta
guía para una vida plena. Entrénate con el mejor “personal trainner”,
Jesucristo, y no tendrás dudas de que cuando llegues a Su presencia, bajando o
subiendo “tu montaña”, habrás cumplido Su voluntad en esta vida, habrás
obtenido el mejor premio.
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